Mujer, eres bella, lo sabes. Aunque te haces la distraída, para que te lo repitan una y otra vez.
Está bien, es la verdad y yo jamás me cansaría de hacerlo, te lo repetiría cada segundo a tu lado si fuera necesario.
Pero aún te falta, te falta mucho. A todos nos falta, pero tú, a diferencia del resto, reluces de misterio.
Un misterio que me atrapa, todo lo que se esconde por detrás de esa cálida y hermosa sonrisa me llama, nada me gusta más que saber que alguna que otra vez se te han escapado un par de esas por mi causa.
Me atrapan tus escondites, tus líneas, tus curvas, tus pozos, tus recovecos, tus idas y vueltas, tu mente, tus debilidades, tus juegos, tu pasado, presente y futuro.
Me atrapan tus aciertos y errores, tus rechazos, tus discusiones, tus depresiones y angustias, tus malos pensamientos, tu cansancio, tus esperanzas y anhelos, tus buenos momentos.
Me atrapa tu poder, tu encierro, tu cielo y tu infierno, tu cabello largo, negro y rojizo, apenas ondulado, tus manos, tus dedos, tus uñas pintadas, tu aroma, tus labios, tu frente, tu nariz, tu pera, tu cuello, tus orejas llenas de caravanas, tu silueta, tu espejo, tu ropa, tu cama, tu manta.
Me atrapan tus gestos, tus formas, tus carcajadas limpias, tus lágrimas saladas, tu intriga, tu inquietud, tu nerviosismo, tu mirada que busca complicidad, tus directas e indirectas, el aire que respiras, el suelo que pisas.
Me atrapa tu silencio y tu palabra, tus bromas, tus hazañas, tu presencia y tu ausencia, tus locuras, tu pereza, tu hambre, tu sed, el color pálido de tu piel, tus miedos, tu corazón, tu vientre de miel, hasta tu dolor de cabeza, la forma en la que besas, tus mejillas cuando quedan color cereza.
Me atrapa tu vida, que atrapó la mía.
Pero lo que más me gusta de todo es tu mirada, esos ojos son los que me traen loca, cuando me miran y los miro y se ponen juguetones, miran hacia otro lado y yo los sigo. Me meto, me sumerjo, me embriago en ellos, me pierdo, me encuentro, me miro, te miro, nos miro.
Pruebo sacarle la ficha al destino, pero no lo he podido. ¿Para qué te puso ahí? ¿Por qué te cruzó en mi camino? ¿Por qué no decides si me quieres o no contigo?
He pensado y pienso mucho, no sé qué pasa por esa cabecita. La mía quedó trastornada después de las risas y las cosas dulces empalagosas ya dichas.
Sé muy bien que cuando ya no estés conmigo y tu ilusión caduque, mis sentimientos estarán aferrados a tu todo, a mi nada, y solo tendré soledad. Pero si decides de a poco intentarlo, y quedarte en mi mundo no renegaré.
Si prefieres volver a tu castillo, princesa, solo puedo decirte que me quedaré aquí, quietecita en el mismo lugar, tal vez parada o sentada, acostada, de cabeza, aburrida, balanceándome o sacudiendo las piernas nerviosamente, somatando los dedos sobre la mesa, rascándome la cabeza, arañándome la piel, intacta, petrificada, esperándote sola, como centinela de tus pertenencias llenas del aroma dulce de tu piel.
Dije que intento pensarte en frío, más nunca jamás lo consigo.
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