Señorita, su actitud me lleva al desconcierto. Termino los días sin saber si lo nuestro será cierto. Es que ya no aguanto seguir extrañándola, me entristece terminar los días mirando sola a la luna, sin usted aquí a mi lado para tomarnos de la mano.
Tal vez si no me hiciera mal no sabría que es amor. Me la paso sonriendo al recordarla, pero no se compara con el sentimiento al recorrerle el cuerpo cuando la tengo enfrente con la mirada.
¿No se dio cuenta usted que me tiene a mí hechizada? No me vaya a preguntar por qué. Detrás de todo esto hay muchas cosas que ni yo misma sé, detrás de mis miedos se esconden todos mis deseos, detrás de la cortina de mis ojos le he abierto un templo, donde todas las noches voy entregada a la Diosa a implorarle que de mi vida jamás se me escape.
Qué bonito sería despertar con su piel blanca como el papel a mi lado y en ella escribirle mil poemas de amor con mis manos.
Tal vez tenga que seguir mi vida así, mendigando por su atención, pero de algo estoy segura, usted no se irá libre así como así.
Ya no sé de qué manera expresarle que me encantaría vivir en la cumbre de su pensamiento, cambiarle las lágrimas por besos y hacer de su hermoso rostro una sonrisa interminable.
Tal vez no soy quien buscas, pero si me dieras la oportunidad, te haría la mujer más feliz. Evaporaría tus miedos y los convertiría en anhelos. No puedo ser perfecta, pero aún con mis errores podría llenarte la vida de colores.
Tal vez jamás leas esto y si lo lees belleza, aquí estoy esperándote, sé que tienes miedo, pero si decides marcharte recuerda: no existen las casualidades, la vida quiso que nos crucemos, y si esto nos queda pendiente, la vida misma se encargará de que volvamos a vernos.
De mientras sigo dejando que su veneno corra por todo mi cuerpo, es una dulce tortura la que me espera...
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