Me he quedado varado,
Intentando hacer memoria,
En vilo, con la mente viajando,
Pensando en qué preciso momento
fue
Que te adueñaste de este
vagabundo tirano.
Fue entonces cuando visualicé una
casa,
Una triste casa abandonada,
Muy deteriorada,
Llena de hendiduras, sin pintura,
Perdida en un seco bosque,
Y totalmente deshabitada.
Una noche helada,
Una gran tormenta se avecinaba,
¡Oh, esa maldita tormenta!
Terminaría devastando la poca
cosa que en pie quedaba.
La lluvia se desató con furia,
Todo se iba inundando,
El agua rápidamente iba
penetrando
Por grietas, rajaduras y huecos.
La humedad se iba filtrando por
las paredes,
Trepaba hasta los dinteles de las
puertas.
El viento iba arrastrando todo a
su paso,
Volando las chapas del techo,
Ni la mampostería estaba ya
resistiendo.
Conforme fueron pasando los días,
Un sol radiante iluminaba las
ruinas,
Más en lugar de ser todo un
desastre,
El bosque y la casa recobraron la
vida,
Las copas de los árboles se
cubrieron de hermosas hojas,
Los rosales florecieron,
Las plantas dieron sus frutos,
Se pobló de animales, de
insectos,
Todo en su entorno se volvió
paradisíaco.
Y pues así me siento yo, mi
princesa,
Cuando me pongo a pensar en la
aparición,
En mis días de tu bella
presencia.