Tengo amigos, tengo hermanos por mutua elección, y no sé qué
sería de mi vida sin ellos. Porque me acompañan, me complementan, me consienten,
porque son pilarcitos que me sostienen cuando mis sentimientos y mis emociones
titubean, cuando me pierdo, cuando no encuentro acomodo. Porque están también
para celebrar, brindar, bailar, cantar, viajar, reír y llorar. Porque siempre
tengo abrazos y miradas llenas de amor, de las que acomodan el alma, de las que
llenan el corazón.
La vida me ha enseñado que algunos vienen, otros se van,
algunos incluso sin siquiera avisar, algunos pueden romperte el corazón, te
pueden traicionar, te pueden olvidar, ignorar, pero otros traspasan las
tormentas y ahí están, al lado tuyo para darte la mano y caminar juntos hacia
adelante por encima de cualquier circunstancia. Algunos nos vemos más seguido,
otros pasamos tiempo sin tener contacto directo, trabajos, estudios, vidas
diferentes, pero siempre en las malas están sus buenas palabras, sus consejos y
sus andanzas.
En ellos dejamos parte de nosotros, y en nosotros dejan
parte de su ser, y es por eso que a pesar de que cada uno de nosotros somos
únicos, cuando estamos con un amigo, juntos, también formamos uno solo, porque
esa amistad es única e irrepetible, jamás se generará el mismo lazo con otra
persona diferente.
Cada una de mis amistades es especial, y tiene ese “no sé
qué”, que me hace quererle tanto, y tenerle siempre presente en mi día a día.
Hoy tengo a Macarena, amiga de añares, confidente, fiel compañera,
la más amorosa, que aún en mis peores momentos me soporta. Tengo a Lucia, la
compañía más divertida, con ella lloro de la risa y disfrutamos a pleno de
nuestros momentos de loquera juntas. Tengo a Giovanna, con ella es algo así
como si nos juntáramos el hambre y las ganas de comer, y nadie sabe en esos
momentos lo que puede llegar a suceder. Tengo a Mikael, el mejor oído, el mejor
consejero, compañero de caminatas eternas y tantas confesiones que ya he perdido
la cuenta. Tengo a Leandro, con él soy una niña pequeña, hacemos macacadas por
doquier y nuestra imaginación vuela a más no poder. Tengo a Irene, largas
caminatas, paseos culturales, fotografía, graffiti, galerías y arte siempre
encontramos por alguna parte.
Me siento una completa agradecida de la vida, con ustedes se
hace menos pesada la mochila, siempre los extraño cuando no están y los tengo
muy presentes aunque no les ande encima constantemente.
Los adoro, los quiero, nunca pierdan el ángel que cada uno
lleva dentro, esa forma tan bonita que tienen de ser y de compartir su amistad,
su tan preciado tesoro, su tiempo, con esta loca amiga que en algún momento se
les atravesó en el camino.
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