Sus manos, sus uñas,
Las yemas de sus dedos la añoran.
Cierra sus ojos y no hace más que reavivarla.
Piel aterciopelada.
Caricias eternas, abigarradas.
Lentas, suaves,
Tan suaves que rozan una sola célula.
Rápidas, fuertes,
Tan fuertes que encienden la oscuridad de su mente.
Tímidas, tranquilas,
Tan tranquilas que se quedaría así toda la vida.
Inquietas, traviesas,
Tan traviesas que si supiera que no hay nadie al acecho la voltearía de un solo movimiento.
Cariñosas, delicadas,
Tan delicadas que parecen brisa primaveral de noviembre.
Ansiosas, peligrosas,
Tan peligrosas que parecen tsunami de Indonesia.
Tiene caricias,
Caricias que guarda, caricias que brinda,
Caricias que son de un momento,
Pero eternas en el tiempo,
Más absolutamente de todas ellas es dueña una sola anfitriona.
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