Como niña corría detrás de ella,
Triste y pequeña mariposa de invierno de alas grisáceas,
Que al soplo del viento alto volaba.
Perseguía y perseguía la lepidoptera que tanto deseaba,
Llegaba cerca, muy cerca,
Más nunca jamás la alcanzaba.
Cansada de los colores acromáticos del amor,
Sonreí al viento y fui en otra dirección.
Ahí el destino rápidamente me enseñó:
No se debe volver nunca hacia atrás,
Ni pretender en un viejo amor ahogar las penas,
De no ser correspondido hoy por otro tipo de fascinación.
Intenté con ojos inundados sonreír de vuelta,
Y disfruté tranquila del retorno de mi solitario tiempo de espera.
Cuando de repente, ¡sorpresa del viento!
Sopló esta vez a mi favor,
Me topé con la misma mariposa que en un principio perseguía,
Más ahora sus alas crecieron y se ven multicolor,
Y hoy la hermosa criatura alada,
Reposa porque quiere en el seno de mi corazón.
Porque bien decía Mario Quintana:
"El secreto no es correr detrás de las mariposas,
Es cuidar el jardín para que ellas vengan hacia ti".
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