Me gusta abrazarte y apretarte como si hicieran mil años que no te veo, mientras yo te acaricio la espalda y tú con tus finos brazos envuelves mi cuello.
Me gusta aprovechar cada segundo de mirarte, de aprenderme todos tus gestos y memorizarme tus facciones.
Me gustan tus detalles, tus bromas y tu seriedad.
Me gusta reír a carcajadas, hablar de cualquier cosa al azar, aunque siempre nos dejemos escondida alguna palabra.
Desearía que cada segundo a tu lado fuera eterno, los fines de semana compartidos pasan como si duraran tan solo una hora.
Decimos siempre que sería tan lindo despertar cada día juntas, y es tan certero...
Cuando te veo venir entiendo por qué te quiero tanto, y cuando te veo marcharte entiendo por qué voy a extrañarte aún más.
Tímida, de cachetes colorados. Noctámbula estudiante de Arquitectura. Amante de la naturaleza, el café y las risas. Dicen que vivo en una burbuja. Escribir es mi pasatiempo favorito, y es así como se me hace más fácil poder expresarme.
sábado, 9 de mayo de 2015
miércoles, 6 de mayo de 2015
Cuando te veo #8
Hay instantes en tu vida que quedan grabados para siempre. Entre esos yo llevo siempre tu mirar, cada vez que te veo guardo un segundo más.
Entonces si te me ausentas, con frecuencia recurro a las cintas de mi memoria, en ella mantengo viva toda tu esencia.
También puede que te vea todos los días, que aún cuando te tengo enfrente vuelve a sorprenderme y deslumbrarme esa mirada como la primera vez.
¡Oh, la primera vez! Si hay algo que jamás olvidaré son esos primeros encuentros, cuando en el frío otoño de mayo del año pasado quedé petrificada y muda delante de ti.
Cuando todo era timidez y esa ternura extraña de mirarse, sonreír y rápidamente mirar en otra dirección, por esos nervios locos de sentirte tan ameno con alguien que apenas conoces.
Entonces si te me ausentas, con frecuencia recurro a las cintas de mi memoria, en ella mantengo viva toda tu esencia.
También puede que te vea todos los días, que aún cuando te tengo enfrente vuelve a sorprenderme y deslumbrarme esa mirada como la primera vez.
¡Oh, la primera vez! Si hay algo que jamás olvidaré son esos primeros encuentros, cuando en el frío otoño de mayo del año pasado quedé petrificada y muda delante de ti.
Cuando todo era timidez y esa ternura extraña de mirarse, sonreír y rápidamente mirar en otra dirección, por esos nervios locos de sentirte tan ameno con alguien que apenas conoces.
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